3. La actitud del facilitador.

«La ayuda es un Arte»

Bert Hellinger

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Es un elemento fundamental en el enfoque sistémico. Está vinculada a su propias características como filosofía vital o sabiduría para la vida y además como un eficiente modelo terapéutico.

¿Qué es facilitar?

«¿Qué somos, facilitadores o «dificultadores»?»

Angélica Olvera

Hellinger afirma que «la ayuda es un Arte», con mayúsculas. Y como tal, necesita aprenderse y ejercitarse. Una clave impotante es tener buenos maestros o formadores.

Angélica Olvera pone el énfasis en estar atentos a nuestra actitud, en primer lugar vital y después tamibién como personas o facilitadores.

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Desarrollamos la competencia para indentificar: ¿es una actitud que sirve y facilita o es una actitud que dificulta y entorpece?

Hacerlo es importante, cualquiera que sea el resultado. Lo esencial es entrenarnos para afinar nuestra actitud.

Contemplar.

Desde esta perspectiva, la prioridad no radica en nuestra idea acerca de una situación o persona, sino en la experiencia directa para lograr acceder a su comprensión.

La intención es llegar a un conocimiento experiencial profundo del fenómeno, de lo que se está mostrando en cada caso y con cada cliente.

Así, son aspectos importantes en esta mirada:

1. Identificar los hechos. No los relatos, ni las interpretaciones, cargados emocionalmente nos desorientan y apartan de la comprensión de lo esencial.

Solamente lo que sucedió, así como fue. Un ejemplo, si hubo varias personas envueltas en «un accidente» y qué sucedió con ellas.

2. Todas las personas involucradas. En especial las no reconocidas u olvidadas, por diferentes motivos o circunstancias. Por ejemplo, las parejas anteriores después de la ruptura.

3. Las alteraciones de los órdenes. Esta es una clave de el trabajo de facilitador sistémico con este enfoque de Bert Hellinger.

Actitud sistémica del facilitador.

“Con la única condición de que tanto el terapeuta como el cliente y los representantes estén dispuestos a encarar la realidad que aquí se está abriendo paso, aceptándola tal como es, sin intenciones ni miedos.”.

Bert Hellinger

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El mismo Hellinger nos ofrece unas pautas para los facilitadores, en todas las circustancias del desempeño de su labor.

Sin miedo. El temor paraliza y nos desconceta del fenómeno y del campo de información. También nos atenaza e impide la libertad de actuación al trabajar con un cliente durante una sesión o taller.

Sin intención. La intención es otro obstáculo. Cuando tenemos una intención nos resulta muy difícil ayudar y, sobre todo, saber esperar o acompañar el movimiento en el proceso terapéutico.

Sin lástima. Con ella nos situamos por encima de la persona y desde ahí perdemos la oportunidad de entrar en sintonía con ella, que además se siente incómoda y se distancia internamente de nosotros. Así no es viable la ayuda.

Sin juicio. El juicio es automático y cuando nos quedamos enredados en él también nos distanciamos, situándonos por encima de la personas juzgada. Es un modo sutil de exclusión. De nuevo obstruye la relación, rompe la conexión e invalida nuestra intervención.

Sin amor ciego. Ya hemos visto los efectos del amor ciego en las personas, es el origen de los enredeos sistémicos. Es importante reconocer que también puede llegar a activarse en un facilitador; cuando eso sucede pierde su lugar, la intervención resulta estéril y está abocada al fracaso.

Estar en sintonía.

¿Qué significa estar en sintonía? Es permanecer conectado con un determinado fenómeno y el movimiento mayor que lo genera en una unión íntima. Este en un movimiento interior y nos lleva a posicionarnos ante aquello que sucede de «otra manera».

La competencia del facilitador sistémico es reconocer con sus clientes lo que es en cada situación, tal como se muestra.

Desde ahí se genera otro tipo de respuesta que facilita lograr el movimiento de solución.

Es una actitud nueva, relacionada con lo fenomenológico, muy diferente a la más familiar de permanecer en la mente, por eso resulta imprescindible ejercitarse antes para «captar la frecuencia».

Enfocarse en la solución.

Sistémicamente nos enfocamos en todo momento en la solución. Este enfoque, nos orienta y predispone para mirar hacia el lugar en el que puede surgir un movimiento de encuentro o reconciliación. Para salir del enredo o el bucle en el que nos encontramos.

  1. Ante cualquier contratiempo o dificultad me restablezco, en primer lugar, sin quedar atrapado en las emociones.
  2. Recupero la iniciativa e identifico mediante la atención consciente lo que está sucediendo y su contexto.
  3. A partir de ese reconocimiento, asumo mi responsabilidad, tan solo hago lo que me corresponde, pues en ocasiones cargamos con lo de los demás, y retomo el timón para gestionar en positivo esa situación.
  4. Desde mi fortaleza y el compromiso de respuesta asumido, surge la necesidad de ponerme en acción.

Secreto #3
¿Cómo acceder a «lo esencial» en un contexto terapéutico?


«La mirada del facilitador sistémico es esencial»

José Carlos Pascual

# Existe un primer nivel, el de lo evidente o «lo que es».

Parece extraño, pero muchas veces nos cuesta ver lo obvio. No vemos con claridad por diversos motivos. Esto es frecuente y no estamos equivocados. Necesitamos tener nuestras «gafas» limpias, metafóricamente hablando.

# Hay otro nivel más profundo: lo que está actuando y no sabemos que se encuentra ahí por su naturaleza inconsciente.

A veces es necesario que se revele, haciéndose visible y comprensible. Hay muchas situaciones en la vida, en el ámbito familiar o en el terapéutico, en las que se necesita claridad para alcanzar una solución.

# Un tercer nivel sería el plano de lo esencial.

Resulta necesario acceder a la información más destilada, la que nos abre nuevas posibilidades y soluciones más allá de lo conocido y de nuestra zona de confort.

# Desde la Psicología Sistémica, con el enfoque de Bert Hellinger. nos ejercitamos continuamente para ver lo que se muestra, en ocasiones reconocemos lo oculto o subyacente y siempre que sea posible, lo esencial.

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Estudio de un caso I.

Caso: Una adolescente que tiene desencuentros y peleas frecuentes con su Padre, incluso con gritos e insultos recurrentes.

Analizamos:

Una de las primeras preguntas a realizar es: ¿dónde se encuentra el amor de esta joven?

Porque ese enojo tan fuerte y esa actitud , muy probablemente, se encuentran vinculadas con alguien anterior del sistema. La person toma esa información que se encuentra registrada en el campo, la hace propia y la actualiza; por supuesto de manera inadvertida.

Para identificar con exactitud quien pudiera ser esa persona necesitamos tener el permiso del sistema y realizar el trabajo específico. Sin embargo vamos a tomar, para que nos sirva de ejemplo, que se pudiera tratar de una posible pareja anterior del padre y que la finalización de la relación fuera poco amistosa, de modo que esta pareja se quedara muy enojada.

Por desconocimiento de los principios sistémicos, estos asuntos se relegan al olvido generándose una «exclusión». Sus consecuencias son que algún posterior va a representarla.

Además, ¿los sentimientos y las reacciones están ajustadas a los hechos? Porque cuando son desmedidas generalmente, además de estar en el amor ciego, suelen ser emociones adoptadas. Es decir, la persona percibe y expresa emociones cuyo origen se encuentran en otra personas anterior del sistema.

Si este fuera el caso, la hija estaría «implicada» con esta mujer anterior a su madre, de manera inconsciente y sin saberlo, por supuesto.

Además de la información sistémica, la hija también toma la emocional y adopta el enojo, la confrontación, los insultos, etc.

El resultado es una situación que se repite y genera mucho malestar para todos y cada uno en la familia, sin que puedan sospechar remotamente su origen. Una suerte de «bucle sistémico» que genera sufrimiento.

Para que haya una transformación se necesita un trabajo sistémico y para ello el primer paso es que alguien busque un facilitador y solicite una sesión. Si este fuera el caso, ¿cual sería la actitud de un facilitador sistémico, desde el enfoque de Bert Hellinger?

En primer lugar, mirar a cada una de las personas involucradas con respeto y con afecto. Sin tomar partido, ni posicionarse ni a favor, ni en contra de ninguna de ellas. Esto resulta esencial y predispone el campo del sistema para el siguiente paso del proceso.

Después, una vez identificado el trasfondo del asunto, abrir primero el corazón en su interior a la persona no reconocida o que fue excluida; generando un primer movimiento amoroso de reconocimiento e inclusión en su corazón.

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